Entre los ingredientes y aditivos más utilizados en la industria alimentaria se encuentra el carragenato. Podemos encontrarlo en las etiquetas de los productos con varios nombres distintos: carragenato, carragenina, carragenanos, alga irlandesa (irish moss), alga roja, alga cloridium, o E407 y E407a. El carragenato es básicamente el resultado de procesar químicamente el alga roja irlandesa denominada científicamente: Chondrus crispus.
Lo que hace tan valioso este aditivo para los productores de alimentos son sus cualidades gelificantes, espesantes y estabilizantes. Es utilizado en gran variedad de quesos, de procedencia animal y vegetal, por su excelente capacidad de fundido. En natas, helados y postres por su capacidad de enlazar químicamente grandes cantidades de líquido con pequeñas cantidades de alimentos concentrados en polvo. Y hasta en embutidos, también de procedencia animal y vegetal.
El carragenato es ampliamente utilizado en la industria cárnica y láctea con el fin de abaratar gastos en ingredientes aumentando la cantidad de agua y disminuyendo la cantidad de leche o carne. Es lo que hace cremoso al helado industrial de leche de vaca, o a la nata montada, o a la leche condensada o a la copa de chocolate, etc.
El carragenato es lo que hace gelatinosos los embutidos como las mortadelas y los jamones york, ya sean cárnicos o veganos. Y es que es todavía más común encontrarlo en el mundo vegano, donde no se pueden emplear otros gelificantes animales como el colágeno. El carragenato es también lo que hace cremosos los quesos de untar y es lo que hace que derritan los quesos de fundir.
Prueba nuestros quesos veganos sin carragenato.
Y es que el carragenato es fundamental a la hora de gelificar, fundir y hacer crema en la industria alimentaria de una manera muy económica, porque nos encanta derretir cosas bajas en grasa y comer cosas cremosas. Pero...
Desde los años setenta el E407 ha sido el objetivo de decenas de estudios médicos y veterinarios con el fin de determinar sus efectos en el cuerpo y especialmente en el intestino. La capacidad inflamatoria del carragenato era tan evidente ya en la década de los 70 que se empezó a administrar como agente inflamatorio para testar y desarrollar medicinas antiinflamatorias en la industria farmacéutica. Es decir, se daba carragenato a los ratoncitos para inflamarles y probar si funcionaba el paracetamol o el ibuprofeno.
Multitud de estudios desde entonces han asociado el uso de carragenato con todo tipo de lesiones intestinales. Desarrollándose, especialmente en el intestino grueso, síntomas como inflamaciones severas, laceraciones, pólipos y crecimientos tumorales, todos ellos precursores del cáncer de colón.
Recientemente se han descubierto propiedades antivirales y se piensa que el alga roja irlandesa puede curar el envenenamiento por radiación, haciendo su consumo más común a causa de la creciente preocupación por la contaminación electromagnética de los teléfonos móviles. Aunque no hemos encontrado ningún estudio científico que avale esta creencia.
En otro estudio acerca de los efectos sobre la salud del carragenato se sostiene que para que el carragenato sea dañino para el cuerpo tiene que degradarse del todo y el compuesto utilizado en alimentación nunca está degradado. Pero otros estudios han demostrado que las bacterias intestinales degradan el carragenato a la forma perjudicial durante los procesos digestivos.
La preocupación de los investigadores médicos por la utilización de esta sustancia cancerígena en la industria alimentaria de manera abusiva fue escuchada en 1993 por la Comisión de la Salud de la Unión Europea que prohibió la utilización de este aditivo en las formulas de leche en polvo, purés, potitos y cualquier otro alimento para bebés, al descubrirse que podía causar laceraciones y hemorragias rectales en recién nacidos.
Desgraciadamente en lo referente a su utilización en el resto de la comida el comité sigue pendiente de aprobación desde 1993 con la previsión de revisiones periódicas cada 10 años en las que el comité continua manteniendo el estado del carragenato en “pendiente de revisión por falta de pruebas médicas”. Pero siguen renovando la prohibición de su uso en productos para recién nacidos.
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El cáncer de colón es el tercer tipo de cáncer más frecuente. Desde 2014 a 2018 la incidencia aumentó en adultos menores de 50 años un 1,5% al año. Unas 1.880.725 fueron diagnosticadas en 2020.
Mientras tanto el mercado global de carragenato en 2020 ya estaba valorado en 761,2 millones de dólares, y se prevée que para 2028 alcance los 1195 millones de dólares a un 5,8% de crecimiento anual.
Muchas veces se piensa que como un ingrediente es natural eso significa que es saludable, pero claramente eso no es verdad. Todos los venenos que existen provienen de plantas o minerales naturales. El hecho de que sea natural y provenga de plantas no significa que sea beneficioso para la salud o que no sea venenoso a medio o largo plazo.
Os animamos a que leáis las etiquetas de los nuevos productos que compréis y a que releáis las etiquetas de los que habéis comprado toda la vida porque muchos han cambiado y ahora tienen carragenato.
Independientemente de las decisiones de la Comisión de la Salud de la Unión Europea, en Vegasauria no nos sentimos tranquilas utilizando ingredientes, que según los investigadores médicos y farmacéuticos, son considerados perjudiciales para la salud de los animales, de los niños y seguramente de los adultos. Y por eso nos tomamos el tiempo de investigar los ingredientes que utilizamos y la forma en la que son extraídos y procesados. Con el fin de elaborar productos que sepamos con total certeza que no son perjudiciales para la salud.
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Toxic considerations related to ingestion of carrageenan, Joanne K. Tobacman. Reviews in Food and Nutrition Toxicity. Edited by Victor R. Preedy, Department of Nutrition and Dietetics, King’s College London, UK and Ronald R. Watson, Arizona Prevention Center, USA. 2003 Taylor & Francis. ISBN 0-415-28025-7
Carrageenan: a review, J. Necas, L. Bartosikova. Veterinarni Medicina, 58, 2013 (4): 187–205. Faculty of Medicine and Dentistry, Palacky University, Olomouc, Czech Republic
https://www.agriculturejournals.cz/web/vetmed.htm?volume=58&firstPage=187&type=publishedArticle
Review of harmful gastrointestinal effects of carrageenan in animal experiments, Joanne K. Tobacman. College of Medicine, University of Iowa, Iowa City, Iowa, USA. Environmental Health Perspectives, VOLUME 109, NUMBER 10, October 2001.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1242073/
Cancer Colorrectal: Estadísticas, American Society of Clinical Oncology
https://www.cancer.net/es/tipos-de-cáncer/cáncer-colorrectal/estad%C3%ADsticas
Carrageenan Market Share, Size, Trends, Industry Analysis Report, By Product (Kappa, Iota, Lambda); By Function (Thickener, Gelling Agent, Stabilizer, Others); By Application (Food & Beverage, Pharmaceutical, Personal Care & Cosmetics, Others); By Regions; Segment Forecast, 2021 - 2028
https://www.polarismarketresearch.com/industry-analysis/carrageenan-market
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Muchos estadounidenses (y europeos), incluidos algunos vegetarianos, todavía consumen cantidades sustanciales de productos lácteos. Las políticas gubernamentales todavía promueven estos productos, a pesar de la evidencia científica que cuestiona sus beneficios para la salud e indica su potencial riesgo.
Aunque los lácteos se comercializan como un alimento esencial para tener unos huesos fuertes, hay mucho más detrás de esto. Hay algunas cosas importantes a considerar, entre las que se incluyen posibles problemas de salud como enfermedades cardiacas, ciertos cánceres, problemas digestivos y diabetes tipo 1.
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El calcio es un mineral importante que ayuda a mantener los huesos fuertes. Nuestros huesos se remodelan constantemente, lo que significa que el cuerpo toma pequeñas cantidades de calcio de los huesos y lo sustituye por calcio nuevo.
Por tanto, es fundamental tener reservas de este mineral para que el cuerpo no pierda densidad ósea en este proceso de remodelación. Aunque el calcio es necesario para garantizar la salud ósea, los beneficios de consumir calcio disminuyen después de cierta cantidad.
Las investigaciones sugieren que consumir más de 600 miligramos por día no ayuda a fortalecer los huesos, y esa cantidad se logra fácilmente sin productos lácteos ni suplementos de calcio.
De hecho, dichas investigaciones muestran que los productos lácteos tienen poco o ningún beneficio para los huesos. Un artículo de 2005 publicado en en la revista Pediatrics demostró que beber leche no mejora la resistencia ósea en niños.
En un estudio más reciente, los investigadores supervisaron las dietas, el ejercicio y las tasas de fracturas por estrés de chicas adolescentes durante siete años concluyendo que los productos lácteos y el calcio no previenen las fracturas por estrés.
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¿Cómo puede ser esto? Primero, los huesos sanos necesitan más que solo calcio. Por ejemplo, la vitamina K es importante para la salud ósea, pero la mayoría de los productos lácteos contienen muy poca.
Por suerte, ciertas verduras como el kale o col rizada y el brócoli son especialmente beneficiosas para los huesos porque contienen calcio y vitamina K.
La vitamina D también es necesaria para la salud ósea. Sin suficiente vitamina D, solo el 10-15 por ciento del calcio que se consume es absorbido. La leche no contiene vitamina D de forma natural. Más bien lo que se hace es agregarla a los productos lácteos en un proceso llamado fortificación.
La fuente natural de vitamina D es la luz solar: nuestra piel produce vitamina D cuando se expone al sol. Pocos alimentos contienen vitamina D de forma natural y entre ellos ningún producto lácteo.
Por lo tanto, cereales fortificados, pan, zumo de naranja y leches vegetales como la de soja son las mejores opciones que existen para proporcionar vitamina D a través de la dieta. Aunque también se puede recurrir a los suplementos.
Entre 5 y 15 minutos de exposición al sol en brazos y piernas, manos o cara pueden ser suficientes para aportar las necesidades de vitamina D de la mayoría. Sin embargo, tener la piel más oscura, ser más mayor, vivir en zonas del norte con menos luz solar, o en zonas urbanas, e incluso algunos inviernos muy oscuros pueden ser razones para dificultar la obtención de suficiente vitamina D.
Afortunadamente, los suplementos son la forma más fácil de conseguir vitamina D. El gobierno de EE. UU. recomienda que los adultos entre 19 a 50 años tomen 15 micro gramos al día y que los adultos mayores de 51 años tomen 20 micro gramos al día de suplemento de vitamina D.
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Otras formas de proteger los huesos incluyen comer menos sal, comer más frutas y verduras y comer una adecuada cantidad de calcio a través de la ingesta de alimentos vegetales como la col rizada, el brócoli, y otras verduras de hoja verde o judías y legumbres. También se puede utilizar productos fortificados con calcio como cereales, zumos o bebidas vegetales.
Por último, el ejercicio es una de las formas más efectivas de aumentar la masa y densidad óseas y disminuir el riesgo de osteoporosis. Sus beneficios han sido observados en estudios tanto en niños como en adultos.
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Los productos lácteos, incluido el queso, el helado, la leche, la mantequilla, y el yogur aportan cantidades significativas de colesterol y grasas saturadas a la dieta.
Las dietas altas en grasas, especialmente en grasas saturadas, pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares y puede causar otros problemas de salud graves.
Por otro lado, una dieta vegetal baja en grasas (sin productos lácteos), en combinación con ejercicio, dejar de fumar y el manejo del estrés, no solo puede ayudar a prevenir las enfermedades cardíacas, incluso revertirlas.
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El consumo de productos lácteos también se ha relacionado con un mayor riesgo de varios cánceres, especialmente en los cánceres de los órganos reproductores. El consumo de lácteos se ha relacionado significativamente con un mayor riesgo de cáncer de próstata.
El peligro de consumir productos lácteos en relación con la próstata es muy probable que esté relacionado con aumentos en el factor de crecimiento insulínico 1(IGF-1).
Se ha demostrado que consumir leche y productos lácteos regularmente aumenta los niveles sanguíneos de IGF-1 en humanos. Los estudios también han demostrado un constante y fuerte vínculo entre altos niveles de IGF-1 en sangre y riesgo de cáncer de próstata.
Un estudio mostró que los hombres con los niveles más altos de IGF-1 tenían más de cuatro veces el riesgo de desarrollar cáncer de próstata en comparación con los que tenían los niveles más bajos.
El Physicians Health Study realizó un seguimiento de 21,660 participantes durante 28 años en el cual los investigadores encontraron un mayor riesgo de cáncer de próstata para quienes consumían más de 2,5 raciones de productos lácteos por día en comparación con aquellos que consumían menos de media ración al día.
Este estudio, que está respaldado por otros hallazgos, también muestra que el riesgo de cáncer de próstata es mayor con el consumo de leche desnatada. Eso significa que demasiado calcio proveniente de productos lácteos, y no solo la grasa de los lácteos, podría dañar la salud de la próstata.
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Un estudio de 1.893 mujeres diagnosticadas con fase temprana de cáncer de mama invasivo reveló que comer más productos lácteos ricos en grasas estaba relacionado con mayores tasas de mortalidad. Tan poco como la mitad de una porción al día aumentaba significativamente el riesgo.
Dado que las hormonas son almacenadas en grasa, consumir productos lácteos ricos en grasa, en lugar de bajos en grasa, significa que las mujeres están consumiendo más estrógenos que provienen de la leche de vaca.
Un segundo gran estudio con 1.941 mujeres encontró que las mujeres que habían consumido la mayor cantidad de queso cheddar americano y quesos en crema tenían un 53% más de riesgo de cáncer de mama.
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El consumo de productos lácteos también puede contribuir al desarrollo de cáncer de ovario. La relación entre los lácteos y el cáncer de ovario puede deberse a la degradación del azúcar de la leche (lactosa) en galactosa, un azúcar que puede ser tóxico a las células ováricas.
Dos estudios, uno realizado en Suecia y uno realizado entre mujeres afroamericanas, mostró que consumir lactosa y productos lácteos está relacionado positivamente con padecer cáncer de ovario.
El Estudio de salud de la mujer de Iowa, encontró que las mujeres que consumían más de un vaso de leche al día tenían una probabilidad un 73% mayor de desarrollar cáncer de ovario que mujeres que bebían menos de un vaso al día.
Por último, un gran estudio publicado en el British Journal of Cancer identificó a 22.788 personas que eran intolerantes a la lactosa y encontró que aquellos que evitaban los lácteos (debido a la intolerancia a la lactosa) tenían un menor incidencia de cánceres de pulmón, mama y ovario que sus miembros de la familia que no evitaron los lácteos.
Los investigadores sugieren que evitar las grasas saturadas y las demás hormonas que se encuentran en los lácteos protege contra ciertos tipos de cáncer.
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La intolerancia a la lactosa, es común y afecta aproximadamente al 95% de norteamericanos de origen asiático, al 74% de los nativos americanos, al 70% de los afroamericanos, al 53% de los mexicoamericanos y al 15% de los caucásicos. Los síntomas, que incluyen malestar estomacal, diarrea y gases, ocurren porque estos individuos carecen de la enzima lactasa, que es necesaria para digerir la lactosa.
Los niños producen enzimas para descomponer la lactosa cuando todavía son amamantados, pero a medida que crecemos se va perdiendo esa capacidad de manera natural. Como resultado, la lactosa no se absorbe, pero permanece en el intestino donde causa síntomas desagradables.
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Los lácteos contienen contaminantes que van desde hormonas hasta pesticidas. La leche contiene hormonas y factores de crecimiento producidas de manera natural dentro del cuerpo de una vaca. Además, se les suele dar a las vacas hormonas artificiales como la hormona del crecimiento bovino recombinante (rBGH) para aumentar su producción de leche.
También se utilizan antibióticos para tratar las infecciones de las ubres (mastitis) en las vacas. Se han encontrado trazas de estos antibióticos en algunas muestras de leche y productos lácteos.
Desafortunadamente, se utilizan antibióticos frecuentemente, porque la mastitis es muy común en las vacas debido a las prácticas agrícolas que se emplean para que las vacas produzcan más leche de la que producirían normalmente.
Los pesticidas, los bifenilos policlorados (PCB) y las dioxinas son otros ejemplos de contaminantes que se encuentran en la leche. Los productos lácteos aportan entre un cuarto y la mitad del total de la ingesta de dioxinas de la dieta.
Todas estas toxinas tienden a acumularse en el cuerpo con el tiempo y eventualmente pueden dañar los sistemas inmunológico, reproductivo y nervioso. Además, los PCB y las dioxinas se han relacionado con el cáncer también.
En otros contaminantes que pueden aparecer en la leche también está la melamina (que a menudo se encuentra en los plásticos y puede dañar los riñones y tracto urinario) y toxinas cancerígenas como las aflatoxinas.
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La diabetes insulinodependiente (tipo 1) está relacionada con el consumo de productos lácteos en la infancia. Un estudio finlandés de 2001 de casi 3.000 bebés con mayor riesgo genético de desarrollar diabetes mostró que la introducción temprana de leche de vaca aumentó la susceptibilidad a la diabetes tipo 1.
Además, la academia estadounidense de Pediatría (Academy of Pediatrics) observó una reducción de hasta un 30% en la incidencia de diabetes tipo 1 en bebés a los que se había evitado exponer a la proteína de la leche de vaca durante al menos los primeros tres meses de vida.
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La proteína de la leche, la lactosa (azúcar de la leche), las grasas y grasas saturadas en los productos lácteos plantean riesgos para la salud de los niños y pueden provocar obesidad, diabetes y enfermedades del corazón.
Si bien a menudo se recomienda la leche desnatada (baja en grasa) para disminuir el riesgo de obesidad, un estudio publicado en Archives of Disease in Childhood mostró que los niños que bebían leche desnatada, en comparación con los que bebían leche entera, no eran menos propensos a ser obesos.
Además, un metaanálisis no encontró ningún apoyo al argumento de que el aumento de la ingesta de productos lácteos disminuye la grasa corporal y el peso a largo plazo (> 1 año).
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No se recomienda el consumo de leche de vaca para lactantes. La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que los bebés menores de un año de edad no recibirán leche de vaca. El hierro en la leche de vaca es difícil de absorber para los bebés, pero la leche de vaca entera puede causar sangrado microscópico en los intestinos de los bebés.
El cólico en bebes es una preocupación adicional con el consumo de leche. Hasta el 28% de los bebés sufren de cólicos durante el primer mes de vida. Los pediatras aprendieron hace mucho tiempo que la leche de vaca era a menudo la razón.
Ahora sabemos que las madres que amamantan pueden provocar cólicos a sus bebés si consumen leche de vaca, queso o cualquier otro lácteo. Las proteínas de la leche de vaca pueden pasar a través del torrente sanguíneo de la madre, a la leche materna, y al bebé, causando síntomas en algunos bebés.
Además, los niños que consumen leche de vaca tienen más probabilidades de desarrollar alergias alimentarias, y es más probable que padezcan estreñimiento crónico.
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La leche y los productos lácteos no son necesarios en la dieta y pueden incluso ser perjudiciales para la salud. Es mejor consumir una dieta saludable de cereales integrales, frutas, verduras, judías, guisantes y lentejas, y reemplazar la leche de vaca con leches vegetales no lácteas como leches de almendras, de soja o leche de anacardo. Estos alimentos ricos en nutrientes pueden ayudarlo a satisfacer sus requerimientos de nutrientes con facilidad y sin los riesgos para la salud asociados a los productos lácteos.
]]>Hay productos en la industria del queso vegano que nosotras no estaríamos orgullosas de vender ni de recomendar. Porque creemos que hay límites que no podemos cruzar debido a quiénes somos y cuáles son nuestros principios.
Por supuesto, solamente utilizamos ingredientes de origen vegetal y en los que no ha existido ningún tipo de explotación animal. En la medida de nuestras posibilidades procuramos que éstos sean de procedencia ecológica. Aunque no se nos permita especificar cuáles son sin el certificado ecológico según la normativa.
Nuestros procedimientos de elaboración y maduración del queso vegano se basan en las técnicas de la quesería tradicional intentando mantener siempre una visión artesanal.
Prueba nuestros quesos veganos
Además, por una cuestión de principios, no podemos elaborar y vender ningún producto sin saber primero con total certeza que los ingredientes que utilizamos son saludables. Esto implica, por nuestra parte, una investigación exhaustiva y a veces tediosa de los estudios científicos realizados sobre los efectos perjudiciales para la salud de dichos ingredientes.
Las personas tenemos la tendencia a pensar que porque algo es orgánico, natural o vegano eso implica que es saludable, y eso simplemente no es verdad. Existen una gran cantidad de plantas, setas y frutas que ya en su estado natural son venenosas o se han contaminado utilizando pesticidas. Pesticidas que además perjudican seriamente el medio ambiente.
Pero en la gran mayoría de los casos el problema para la salud se crea al procesar, manufacturar, extraer o modificar químicamente sus componentes. Este es el caso de algunas algas y almidones al modificarlos para potenciar sus propiedades espesantes, o al extraer aceites vegetales de maneras poco sostenibles.
El hecho de que el origen de estos alimentos sea vegetal no significa que durante su manipulación no se pueda convertir en algo nocivo para la salud a medio o largo plazo.
Otro aspecto de vital importancia para nosotras a la hora de elaborar nuestro queso vegano es la sostenibilidad. Es ridículo negar los efectos del cambio climático, la contaminación y deforestación que los humanos hemos provocado. El daño infrigido a los ecosistemas de nuestro planeta es en muchos casos tristemente irreversible sin cambiar las dinámicas de producción y consumo.
Lo que sí es posible es minimizar el daño infringido todo lo que se pueda. Y es por eso que solamente utilizamos UN envase, ya sea de cristal o de plástico, pero siempre es reciclable y en muchos casos ya reciclado.
Nuestros productos están elaborados con fermentos y no realizamos ningún proceso de esterilización o pasteurización para no eliminar sus propiedades probióticas. Por tanto tenemos la necesidad de conservarlos en buenas condiciones el mayor tiempo posible. Y esa conservación es algo que, de momento, sólo se puede conseguir con un envasado al vacío en plástico o cristal. Y por supuesto, manteniendo la cadena de frío desde nuestro obrador a tu mesa.
Somos muy conscientes de toda la problemática asociada al plástico y por eso nos tomamos la molestia de que sea reciclable y reciclado, con el fin de minimizar ese daño. Pero también somos conscientes de un fenómeno llamado greenwashing.
Prueba nuestros quesos veganos
El greenwashing consiste en hacer creer a la gente que ciertos materiales son más sostenibles que otros teniendo en cuenta únicamente el material del que están hechos. Este es el caso de los envases compostables, de patata o maíz, cuando se da que en España apenas hay plantas de compostado y solamente existe el contenedor marrón en algunos barrios de Madrid o Barcelona.
O en el caso de la utilización de envases de cartón o bolsas de papel con ventanas de plástico transparente para poder ver el producto desde fuera. Al pegar plástico y cartón en estos envases se utilizan pegamentos que hacen imposibles los procesos de reciclado tanto del cartón como del plástico.
Si algo tenemos en España es una buena infraestructura de reciclado de plástico y cristal. Pero el resto de envases que no gozan de esa infraestructura, o que han sido inutilizados para su reciclaje en estos procesos de mezcla de materiales, finalmente terminan en vertederos o plantas incineradoras. Contaminando el aire y la tierra y, por supuesto, siendo irrecuperables.
Siempre estamos a la búsqueda de nuevos tipos de envasados para sustituir el plástico, pero de momento no hemos encontrado nada mejor, que no ponga en peligro la seguridad alimentaria de nuestros productos.
Prueba nuestros quesos veganos
Como decíamos al principio, queremos hacer los mejores quesos veganos de la industria. Es cierto que nuestros productos no son siempre los más baratos, pero sí que pretenden ser los más saludables y los más sostenibles, porque nosotras no ofrecemos productos con ingredientes perjudiciales, no nos engañamos pensando que nuestros envases son la solución definitiva, ni vamos a dejar de intentar minimizar nuestro impacto en el planeta, ni a dejar de buscar e inventar soluciones para minimizar el tuyo también sin perder la perspectiva de que la salud es lo más importante.